domingo, 16 de noviembre de 2014

Caballero sin espada (gracias Cayo)



Hoy, en el Consejo Político Federal de Izquierda Unida, Cayo Lara ha dicho que no se presentará a las primarias abiertas que la organización llevará a cabo dentro de unos meses para elegir el candidato o candidata a la Presidencia de España. Cuando le preguntaban en los medios sobre esta posibilidad, sin adelantar acontecimientos, sonreía. Se creían que estaban hablando con un cualquiera, con uno de esos que antepone lo individual a lo colectivo. Pero Cayo nunca ha dejado de ser un agricultor de pueblo, que tuvo que dejar de estudiar pronto para trabajar en el campo y que, desde abajo y sin pasar por el aro, ha ido haciendo lo mismo que ha hecho siempre pero en otros sitios. Alguien así, por mucho que “suba”, se irá como vino, en este caso con la cabeza bien alta y dando lecciones de dignidad (y lo más importante: sin presumir de ello). Aunque hay que aclarar que todavía no se va, ni muere, simplemente no será el candidato de IU, pero seguirá siendo el coordinador. Y falta que hace. Basta con mirar, más allá de tendencias electorales, qué era IU en 2008 y qué es ahora. Los que conocemos a IU por dentro sabemos que, independientemente de lo que pudiera pasar mañana, ha hecho un gran trabajo. Lo que queda no es poca cosa: hacer de IU una parte imprescindible de la revolución democrática. En otras palabras: impedir que la transformación quede en transformismo, es decir, asegurar que en España no solo haya un cambio de caras y actores, sino de escenario. Un proceso constituyente con el socialismo como horizonte.


La historia tiene estas cosas. Mientras se producía la mayor etapa de corrupción en este país (entre 1998 y 2007), curiosamente cuando el bipartidismo y “los políticos” estaban mejor valorados que nunca, Cayo se recorría los pueblos de la Mancha en una moto para explicar la burbuja inmobiliaria y se peleaba con el constructor El Pocero (amigo de José Bono, por cierto). En aquellos tiempos de “bonanza” criticar la corrupción te convertía en un carca en contra del “progreso” y la “modernidad” y por supuesto te restaba votos. En 2008, ya en plena crisis, el bipartidismo tuvo sus mejores resultados e IU los peores. Hoy, cuando se ha demostrado que IU tenía razón (sobre todo en dos cosas: Unión Europea y burbuja inmobiliaria), cuando una parte importante del pueblo español ha asumido (sin saberlo) parte del discurso de IU, vemos dos cosas curiosas: primero, que hay personas que hace tres días claudicaban ante el bipartidismo y sus desmanes y hoy se erigen como los representantes de la verdadera indignación e incluso, algunos, como los salvadores de la patria; segundo, que a pesar de que haya sido IU, y solo IU (a pesar de errores y horrores), quien haya mantenido de manera ininterrumpida la bandera de la Dignidad, ésta sufre los mismos ataques o incluso a veces más que el propio bipartidismo y, por supuesto, cómo olvidar, el poder económico y financiero siempre a la sombra.


En fin, no es día de grandes fábulas, citas o metáforas. Es día de repetir que la unidad es necesaria y todo eso, pero a mí me tienen que permitir decir que no hay en España un político con la honradez y la humildad de Cayo Lara y que ese orgullo, el de compartir trinchera, no me lo va a quitar nadie. Nunca ha sido ni el más carismático ni el mejor orador, pero en tiempos líquidos de discursos vacíos e individualismos cesaristas, que en 2011 pudiera votar una lista encabezada por Cayo Lara me llenó y me llena de orgullo (de clase).

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La corrupción en España: de La escopeta nacional a Crematorio



Rafael Chirbes, que fue descrito por Gregorio Morán como uno de esos pocos escritores que no participan del chalaneo de las editoriales y sus autopremios, escribió una novela en 2007 que tituló Crematorio. Sánchez-Cabezudo la adaptó a la televisión de la mano de Canal+ cuatro años más tarde, ya que hasta aquellos entonces hablar de corrupción era cosa trasnochados en contra del progreso. Sin duda podemos considerarla como una de las mejores series españolas de la historia, por su calidad e incluso por su buena acogida. En Todavía voy por la primera temporada de Edu Galán se analizan las series españolas y se llega a una conclusión obvia: es la única que trata la corrupción. Supongo que no habrá suficiente material historiográfico o de actualidad como para darle un par de vueltas al asunto.


En cualquier caso, la grandeza de Crematorio no reside en ser la única sino en representar mejor que nadie eso que Manolo Monereo denomina «la trama»: la alianza entre el poder económico y el poder político que hace posible que manden los que no se presentan a las elecciones. Hay un diálogo digno de ser proyectado en todas las Facultades de Políticas y Economía (que ambas materias se estudien en facultades distintas fue un logro ideológico del neoliberalismo). En él, el protagonista principal Rubén Bertomeu (magistralmente interpretado por Pepe Sancho), todopoderoso constructor, conversa con un asesor del concejal de urbanismo. Antes de nombrarlo concejal de urbanismo, dice de manera literal, lo siguiente: «No podemos depender de las urnas, hay que estar por encima de eso. Hay que permanecer venga quien venga».


Nada nuevo. Hace un siglo Lenin dijo que la concentración de la producción, la consiguiente monopolización y la fusión entre la industria y la banca daría lugar al capital financiero, que acabaría controlando no solo el Gobierno sino el Estado. De esta lógica nacen los matrimonios entre el poder económico y los políticos. La luna de miel son los puestos en los consejos de administración de bancos y grandes empresas. Una manera vergonzante de premiar al servidor público por hacerle las faenas de aliño al poder económico (privado): Endesa, Gas Natural, Abengoa, Repsol, Iberdrola, Telefónica, Banco de Santander… Las puertas giratorias forman parte de la relación de un sistema, de un conjunto de redes interconectadas y dependientes entre sí. Cuando el joven juez de En nombre de la ley  de Pietro Germi (1949) llega a Capodarso para luchar contra la mafia, se da cuenta de que la mafia no es solo un grupo de pistoleros, sino un entramado del que forma parte mucha gente, en este caso, una parte importante del propio pueblo, que no dispara pero consiente.

La corrupción no es solo una “degeneración” o una “mala deriva” de personajes sin escrúpulos, también es la gasolina que hace que el sistema no se pare. El neoliberalismo en general y la Unión Europea en particular se cargaron cualquier posibilidad de democratizar la economía, es decir, de orientarla hacia el cumplimiento de los derechos humanos y los servicios sociales más básicos. La llamada globalización barrió los Estados (salvo el alemán), es decir lo público y la política. Lo denunció Julio Anguita en los noventa cuando Tietmeyer, presidente del Bundesbank entre 1993 y 1999, dijo literalmente lo siguiente: «Los políticos deben acostumbrarse a que sus decisiones vienen predeterminadas por las leyes del mercado». Si a esto le sumamos la particularidad berlangiana del capitalismo de señoritos que cierran negocios entre cacerías y timbas de póker y una clase política especialmente predispuesta a poner la mano, tenemos el esperpento.


Las tarjetas black o los aeropuertos sin aviones (entre una infinidad de corruptelas) son especialmente llamativas por lo dantesco, pero quizá lo más importante sea enmarcar cada triquiñuela concreta en un sistema de corrupción mucho más amplio: «la trama» como alianza entre el poder económico y el poder político. El hecho de que el que robe sea político debería ser un agravante para, al menos, doblar la condena. Si además se trata de un político que dice defender los valores de la izquierda en sentido amplio, tendría que ser tratado como los delatores que en el franquismo traicionaban a sus compañeros por migajas. Dicho esto, si solo criminalizamos a los corruptos y nos olvidamos de los corruptores y del propio sistema, cuya dinámica conlleva de manera consustancial la corrupción, nos equivocaremos. Un régimen político-institucional (superestructura) está determinado en buena medida por el sistema económico (infraestructura); si únicamente cambiamos de actores y no de escenario nos pasará como en Italia: la corrupción de la tangentopoli que acarreó todo un “cambio de régimen” trajo a Berlusconi. Tendremos que estar atentos y leer En la orilla de Rafael Chirbes (Anagrama, 2013), un «comunista a lo Cervantes» como él mismo se define, al que leen más en Alemania que aquí.

P.S.: En el escándalo de las tarjetas black también había gente de IU y CCOO. Para evitar bochornos indescriptibles de este tipo tenemos que tener al menos una cosa clara, de entre tantas. Si un partido no tiene una organización fuerte y sólida, cuya base sea la militancia, se agararrá simplemente por inercia a lo que tiene: normalmente una red de cargos institucionales. Si esto ocurre se puede llegar a un proceso paulatino de institucionalización. Y el sustento de la institucionalidad es la corrupción y, en última instancia, la cooptación.

martes, 21 de octubre de 2014

De Surenes a Vistalegre: Pablo Iglesias no quiere ser Felipe González

De izda a dcha, el excanciller alemán Willy Brandt, González y Guerra, el 13 de octubre de 1974 tras el Congreso 


"Reina el caos bajo el cielo; la situación es excelente"

Casi al mismo tiempo que el PSOE conmemora su 40 aniversario del Congreso de Surenes, Podemos decide qué quiere ser de mayor. Su Asamblea fundacional se celebró hace pocos días, para más saña en Vistalegre, antiguo fortín socialista en el que los dirigentes del PSOE pregonaban en olor de multitudes las maldades de la derecha. Ha sido el propio Pablo Iglesias el que astutamente ha jugado con algunos paralelismos de esta con aquella época. Por mucho que se diga, el gran partido del régimen (dicho sin pasión, ni siquiera beligerancia) no es el PP sino el PSOE. Él puso en marcha todo esto y en él, más allá de tendencias electorales, anida lo poco que queda del consenso, que sigue siendo el pilar de la llamada Cultura de la Transición. Pablo Iglesias lo sabe, de ahí sus continuos y eficaces guiños al votante socialista.

De manera muy resumida, el Congreso de Suresnes supuso la liquidación política del PSOE (más bien de lo que quedaba) como partido revolucionario. En él se apartó a la dirección histórica encabezada por Llopis y surgió otra liderada por Felipe González y Alfonso Guerra. Aunque fuera más adelante (en 1979) donde el partido debatiera la renuncia del marxismo (Felipe perdió y renunció, en un acto de chantaje sin paliativos hacia sus compañeros y rivales) y pocos meses más adelante donde, ya sí, se abandonara definitivamente el marxismo en un Congreso extraordinario, creo que Suresnes fue la clave.

La construcción del PSOE que salió de allí no se puede entender sin la aportación de tres asesores fundamentales: los nortamericanos, que a partir de los sesenta se empezaron a preocupar por la radicalidad de la oposición antifranquista (hegemonizada por el PCE) y temían que aquello detonara en un Gobierno alineado, aunque fuera tímidamente con la URSS, en un contexto de Guerra Fría (la Revolución portuguesa de los Claveles en 1974 acabaría metiéndoles prisa y miedo); la socialdemocracia alemana, que previamente ya había entregado la cuchara y animaba a sus homólogos españoles a hacer lo propio; y por último, el llamado sector reformista del franquismo, cuya obsesión era neutralizar a los comunistas y aspirar, a lo sumo, a una democracia liberal en la que demócratas cristianos y socialdemócratas sellaran un nuevo Pacto de El Pardo y jugaran a turnarse en el Gobierno, discutiendo entre ellos muy acaloradamente, pero estando de acuerdo en las cuestiones fundamentales, entre ellas la economía.

La Transición fue un ejemplo paradigmático de transformismo. Por resumirlo muy brevemente: las clases dirigentes se vieron obligadas a reformarse y para ello se vieron obligadas a un cambio de caras, de discursos e incluso de partidos, pero también a asumir una parte de las propuestas de la oposición, siempre llevando la iniciativa y convirtiendo a ésta en una oposición “moderada”, “responsable” y, cómo no, gobernable. En esta tarea no estuvo solo el PSOE, pero todo lo que vino después no se puede entender sin Suresnes. En el municipio francés se produjo un abordaje en toda regla, que acabaría condicionando la realidad política de nuestro país hasta el día de hoy.

40 años después, protagonistas de aquel proceso nos hablan de la necesidad de una segunda Transición, de un nuevo consenso, de un nuevo pacto. La situación es muy parecida: una crisis económica brutal y una crisis de régimen que muestra sin ningún tipo de piedad la carencia de legitimidad de las clases dirigentes. Saben que esto es cuestión de tiempo y necesitan anticiparse, llevar la iniciativa en todo momento y vaciar de contenido las propuestas alternativas: el objetivo sigue siendo imponer esa visión aristotélica de la política como el arte de lo posible, quedarse en la gestión, en lo superficial, en la forma y en el continente.

Solo partiendo de este contexto podemos entender el apoyo unánime de los medios de comunicación (sin excepción al servicio del poder económico) a las propuestas alternativas al equipo promotor liderado por Pablo Iglesias. Llegados  a este punto hace falta una aclaración: sí, los medios apoyaron mediáticamente a Podemos para delimitar el ascenso de IU, pero ese apoyo va mucho más allá; de lo que se trata ahora es de domesticar a Podemos y evitar, entre otras cosas, cualquier tipo de alianza con IU. Mi querido amigo Nega de Los Chikos del Maíz sabe perfectamente que los medios de comunicación no son neutrales ni apolíticos: tienen intereses políticos, ideológicos, partidistas y, por supuesto, de clase. Los tienen ahora que apoyan sin cortapisas a Pablo Echenique y Teresa Rodríguez, pero también los tenían antes cuando vetaban a IU y emitían publirreportajes de Podemos. Dicho esto, Podemos está ahí de motu proprio por saber leer mejor que nadie la realidad concreta, lectura que les ha permitido conectar con la indignación de la mayoría social.

Partiendo de que toda la política es conspiración pero no se puede entender políticamente nada partiendo de supuestas conspiraciones, ¿por qué apoyan los medios las propuestas de Echenique y Rodríguez? ¿Acaso son agentes infiltrados del CNI? En el fondo es más sencillo que todo eso: las propuestas alternativas al equipo promotor permiten de manera facilísima un abordaje que dejaría a lo de Suresnes en una anécdota. Descentralización territorial, discrecionalidad para los círculos y vía libre para presentar candidaturas propias en las municipales (España tiene más de 8.000 municipios) significaría el ascenso de trepas, el tránsito calculado y poco honesto de distintas gentes en bloque y, en definitiva, la conversión de Podemos en una jaula de grillos sin capacidad política siquiera para que soportar las inevitables contradicciones.

¿Qué es lo que suena realmente mal de todo esto? Que el discurso democratista, asambleario y horizontalista es tremendamente contradictorio con la estrategia en general y, en concreto, con la estructura de Partido de la que se servirá Podemos. Digo esto sin acritud, al contrario, con cierta admiración: es centralismo democrático de toda la vida. ¿Cuál es el problema? Que el equipo promotor está siendo víctima del “monstruo” que ellos mismos se encargaron de crear. Seguramente fuera (y sigue siendo) necesaria determinada retórica, pero ahora les toca cabalgar las contradicciones y aguantar el vendaval. Bienvenidos a la política real, compañeros.

Una aclaración para terminar. Hablo de Podemos desde fuera. No soy ni militante ni votante, pero soy consciente de que la construcción de la Unidad Popular dependerá en buena medida de ellos. Creo que para Podemos, y por tanto para la Unidad Popular (si creen que pueden ellos solos morirán… heroicamente pero morirán), es necesario que gane el equipo promotor encabezado por Pablo Iglesias. El contexto histórico nos exige altura de miras a todos aquellos que aspiramos a un proceso constituyente que supere el actual régimen político-institucional y el modelo económico. El sillonismo de unos y el adanismo de otros son lastres igual de nocivos. La dialéctica es restauración o ruptura democrática: por primera vez en décadas tenemos la oportunidad de construir un movimiento real lo suficientemente potente como para superar el estado actual de cosas. Con valentía y sin olvidar dos cosas: que existe la posibilidad de transformismo y de “revolución pasiva” y que salvo el poder todo es ilusión.

PD: Cuando se habla del PSOE de Suresnes en concreto y de la Transición en general se suelen lanzar graves acusaciones, alguna demasiado estridente. Que nadie se escandalice: hay bastante literatura sobre ello. Algunos libros fáciles de conseguir son Soberanos e intervenidos de Joan Garcés, La CIA en España y Claves de la Transición 1973-1986 (para adultos) de Alfredo Grimaldos, El amigo alemán de Antonio Muñoz o El PCE y el PSOE en (la) Transición de Juan Antonio Andrade. Hace pocas semanas El Mundo publicó esta noticia, para los curiosos.

viernes, 22 de agosto de 2014

Nota breve sobre la independencia de Cataluña



No es fácil, pero a veces pasa. Te sientas, enciendes la tele y asistes indiferente al recital, hasta que de repente algo capta tu atención. “El caso Pujol no afectará al proceso [independentista] porque nosotros queremos la independencia para evitar casos como este”, afirmó Carme Forcadell, Presidenta de la Asamblea de Catalunya. Sin despeinarse resumió el eje central de la estrategia independentista, hoy hegemónica, que encabeza la burguesía catalana: “España: culpable”. Sobre este análisis de origen se levantan el resto de iniciativas y discursos. Podríamos resumirlo así: “España es un lastre para el progreso de Cataluña. Cataluña debe conquistar la independencia para conquistar así su soberanía y poder competir de tú a tú, como Estado independiente, en la Unión Europea”.


Es una estrategia bien montada (en política si no construyes un enemigo no te comes un rosco),  pero hay un pequeño problema: España como tal no existe. Esto merece una explicación. España, como país independiente y soberano que se dota de unos mecanismos para regir la vida de sus conciudadanos y de sus distintos pueblos de manera lo más armónica posible, no existe. Dicho aún más claro: el proyecto europeo ha acabado por convertir a España en una colonia al servicio de Alemania y EE.UU. Hoy, hasta el más acérrimo votante del PP, reconocerá sin sonrojo que la Merkel manda más que Rajoy. Lo advirtieron algunos hace ya unos años de manera casi profética: el Tratado de Maastricht es incompatible con la democracia y la soberanía de España, que se verá obligada a desmantelar su tejido productivo a cambio de poner la mano para recibir alguna subvención. Luego vinieron las reconversiones industriales y las reformas constitucionales para decir que lo más importante en esta vida es pagar los intereses a los bancos alemanes, por encima de nuestra educación o nuestra sanidad.


Entonces, si esta Unión Europea alemana está dividida en dos (con Francia siempre como empalme), y hay una parte (la del sur) de países que están siendo esclavizados con la deuda, podríamos plantear al menos dos preguntas interesantes: ¿Qué soberanía tendría un país pequeño como Cataluña, al sur, en esta UE? ¿El enemigo es España así en abstracto o, al menos en principio, el actual modelo europeo con la oligarquía alemana a la cabeza?


Qué casualidad, quienes encabezan el proceso independentista estuvieron y están de acuerdo con el modelo europeo (y el sistema euro, que diría Monereo) y siempre han estado de acuerdo con las políticas aplicadas en Madrid; no por casualidad tanto González como Aznar fueron presidentes gracias al apoyo de CiU. Más allá de lo obvio, cabría preguntarnos y preguntarles a quienes aspiran a superar el régimen del 78 algo importante: ¿es estratégicamente positivo tanto para la clase trabajadora catalana como para la del Estado español en su conjunto, ir detrás de la burguesía catalana al son que marque Artur Mas?


PD: A Carmen Forcadell podríamos decirle que la corrupción es consustancial al sistema capitalista en general y al régimen del 78 en particular. Y no hay visos de que CiU/ERC aspiran a superar el sistema capitalista, ni siquiera a hacer algo distinto del régimen al que ellos tan gustosamente siempre han pertenecido.


PD2: Creo que es más correcto hablar de proyecto independentista, en vez de soberanista, ya que la economía siempre será la clave. ¿Qué capacidad para decidir sobre las pensiones, la educación, el precio del cava o el Banco Central Europeo tendría una Cataluña independiente?


PD3: Siempre está bien recordar que un trabajador andaluz tiene más en común con un trabajador catalán que con un señorico andaluz. Más allá de oportunismos y  berrinches, los señoricos  madrileños, vascos y catalanes, siempre han tenido claro que les unen más cosas de las que los separan. Ahí está la Historia de España.


PD4: El PSUC -Viu, consecuente con la que ha sido su trayectoria, vuelve a llamar al pueblo de Cataluña, en primer lugar a los trabajadores y a todos los sectores populares especialmente golpeados por la crisis, a que unan la lucha contra ésta, por los derechos sociales, con la lucha por las libertades nacionales de Cataluña; entendiendo que son las dos vertientes de un mismo combate, que no habrá libertad nacional para Cataluña si no es con justicia social. (Resolución del PSUC-Viu sobre el once de septiembre, 09 sept 2013)

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